Un día me llamó la atención ver a mi gatito Zapirón, debajo del ciruelo y mirando todo el tiempo hacia arriba, en un principio pensé que se quería rascar las uñas en el tronco, cosa que no le dejo hacer.
Cuando fui a regañarle, me dí cuenta que escondido entre las ramas se encontraba este pequeño Mirlo, seguro que se habría caído de algún nido. A Zapirón le dije que no tenía que subirse al árbol, le regañé y como es muy obediente se metió en casa, más tarde volví al árbol y el Mirlo ya se había marchado.
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