martes, 5 de agosto de 2014

MI GATA ALBA Y LOS GORRIONES



Hace ya un tiempo que mi gatita Alba comenzó a subirse encima de la mesa de la cocina y se pasaba las horas mirando a través de la ventana. Hubo un día que me llamó la atención el verla allí agachada, y haciendo el gesto de querer cazar, hasta llegó a dar un salto hacia el cristal, entonces me di cuenta de que en el alféizar de la ventana se había posado un gorrión, y era a él a quien quería cazar.  

A partir de ese día se me ocurrió la idea de echar arroz para que acudiesen pájaros y así Alba se distrajese


Eso ya se convirtió en una rutina, y todos los días sobre las ocho de la mañana suelo subir la persiana, y echarles un  puñado de arroz, y ellos puntuales acuden a la cita. Y no sólo ellos, también Alba nada más que escucha el sonido de la persiana acude corriendo y de un salto se sube a la mesa, y allí se pasa gran parte de la mañana. 

Hubo un día en el que aún no eran las ocho de la mañana, cuando comencé a escuchar a muchos pajarillos piando fuera de la casa. No os podéis hacer una idea de cómo piaban era algo exagerado, hasta Micifuz, que normalmente nunca acude, estaba subido a la mesa, y eso que todavía la persiana estaba bajada.

Y sabéis por que había tanto escándalo, pues porque no sólo habían venido los papás a por su ración de arroz, si no que también estaban los polluelos, y eran ellos los que piaban pidiendo comida.



Me pareció algo maravilloso el ver a los polluelos pidiendo comida, y a las madres llenándoles el gaznate. Y sabéis qué me pregunté, qué cómo los polluelos que supuestamente habían estado en el nido hasta ese día, sabían que allí podían encontrar comida.



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